Lidiar con gente complicada siempre es un problema, especialmente sí la persona complicada es uno mismo”. Las relaciones personales no son difíciles pero se vuelven complicadas cuando no aplicamos la Regla de Oro: “Haz a los demás lo que te gustaría que te hicieran a tí” o “No hagas a los demás lo que no te gustaría que te hicieran a tí”. O mejor aún: “Trata a los demás como a ellos les gustaría que los trataras”.
Todos los días nos estamos relacionando con personas, quienes pueden ser nuestra pareja, nuestras familias, amistades, clientes o relacionados y es probable que con algunos nos llevemos muy bien, sin embargo con otros se nos hace cuesta arriba desarrollar una relación y esto puede costarnos un fracaso, pudiera ser emocional, físico, espiritual o financiero, hasta la pérdida de un empleo.
El experto en liderazgo, John C. Maxwell dice que: “Todos los éxitos en la vida son el resultado de iniciar relaciones con la gente correcta y luego fortalecer esas relaciones con buenas destrezas relacionales.”
¿Cómo podemos mejorar?
El primer paso para tener una relación exitosa es “ser el mejor”, y tratar a los demás como a mí me gustaría ser tratado. Esto no es solamente para obtener un beneficio de la otra persona, es para mí propio beneficio.
Por ejemplo, las parejas de matrimonios son las que enfrentan mayores conflictos y esto se va a reflejar en todas las demás aéreas de la vida, en su trato con los hijos o con los compañeros de trabajo o socios de negocios. Diversos problemas atacan a las parejas y muchas veces no se resuelven por causa del egoísmo, donde ninguno quiere dar su brazo a torcer y piensan que cada uno tiene la razón. Buscan ganar cuando lo ideal es que ganen ambos. Para lograr eso debes recordar que lo que haces a tu pareja te lo haces a ti mismo porque están en el mismo juego. Debo seguir la Regla de Oro.
¿Estoy tratando a mi pareja como a mí me gustaría ser tratado?
¿Estoy tratando a mis compañeros de trabajo como a mí me gustaría que me traten?
Si yo hago trampas en el matrimonio, realizo cosas indebidas en el trabajo, no valoro las relaciones ni las amistades y lo que busco es mi provecho personal, me estoy engañando a mí mismo. No pienses que te estás saliendo con la tuya. Existe la ley de la siembra y la cosecha que dice: “Cosechamos lo que sembramos, más de lo que sembramos, después de sembrarlo”. Así que debo preguntarme: ¿Qué estoy sembrando en esta relación?
Porque si estoy sembrando amor, voy a cosechar amor. Pero, si estoy sembrando engaños voy a cosechar engaños. Si siembro semillas de rectitud cosecharé paz, integridad, relaciones benéficas de gran calidad y de valor permanente.
¿Qué clase de relaciones quiero tener?
Creo que todos queremos relaciones saludables, relaciones que nos hagan crecer, relaciones donde podamos sentirnos amados, y para lograrlo debemos proponernos nunca tomar ventaja de la relación, eso sería manipulación y sólo te estás engañando al final. El apóstol Pablo decía “Un poco de levadura leuda toda la masa”, es decir un poco de contaminación contaminará todo. Ahora debo preguntarme ¿Qué cosas debo sacar de mi vida que me contamina?
Recuerda el gran mandamiento dado por Dios “ama a tu prójimo como a ti mismo” no puedes amar a tu prójimo hasta que primero te ames a ti, no puedes valorar a otros hasta que no te valores a ti mismo. El punto es que no tienes ventajas sobre los demás, no estás solo y para vivir necesitas de buenas relaciones.
Hoy es el mejor momento para comenzar a vivir bajo la Regla de Oro, de comenzar a tratar a los demás como nos gustaría que nos trataran a nosotros, o mejor aún, como a ellos les gustaría ser tratados, nos llevaría seguramente a ser felices, productivos y a vivir en un mundo mejor.
En amor y liderazgo,
Pedro Sifontes
Coach Personal
La espiritualidad no es algo que aprendes, es algo que experimentas.
No te sientes sólo a escuchar o leer. Vive las lecciones y pruébalas por ti mismo. Es así como éstas cobran vida y comienzan a llover los verdaderos milagros.
Yehudá Berg
GRACIAS BORIS POR ESTE APORTE!!!