Es tan simple como esto, la Historia de la Vida . . . Autor Dr. Edward Bach


Una niña pequeña decidió hacer el dibujo de una casa para el cumpleaños de su madre.

En su pequeña mente la casa ya estaba pintada; ella conoce como va a ser hasta en el más pequeño detalle, sólo queda ponerlo en el papel.

Saca la caja de acuarelas, el pincel y un trapo, y llena de entusiasmo y felicidad se pone a trabajar. Todo su interés y atención están centrados en lo que está haciendo – nada puede distraerla del trabajo que tiene entre manos.

El cuadro está terminado a tiempo para el cumpleaños.

Ella le ha dado forma a la idea de una casa con lo mejor de su habilidad.

Es un trabajo de arte porque está todo lo de sí misma, cada pincelada está hecha con amor para su madre, cada ventana, cada puerta pintada tiene la convicción que tenía un significado para estar allí.

Incluso si parece un montón de heno, es la casa más perfecta que se haya pintado; es un éxito porque la pequeña artista puso todo su corazón y su alma, todo su ser al hacerla.

Esta es la salud, este es el éxito, la felicidad y el servicio verdadero.

Servir a través del amor en libertad perfecta a nuestra manera.

Así llegamos a este mundo, sabiendo qué cuadro tenemos que pintar, teniendo preparado el trazado de nuestro sendero a través de la vida, y todo lo que nos queda por hacer es ponerlo en forma material.

Pasamos junto a él llenos de alegría e interés, concentrando todo nuestra atención en la perfección de ese cuadro, y con lo mejor de nuestra habilidad trasladamos nuestros propios pensamientos y objetivos en vida física de cualquier medio que hayamos escogido.

Entonces, si seguimos de principio a fin nuestros propios ideales, nuestros propios deseos con toda la fuerza que tenemos, no hay fracaso, nuestra vida ha sido un éxito tremendo, una vida saludable y feliz.

La misma pequeña historia de la niña pintora ilustrará cómo, si lo permitimos a nosotros, las dificultades de nuestra vida pueden interferir con este éxito, felicidad y salud, y nos deterioran de nuestro propio propósito.

La niña está pintando de manera afanosa y feliz cuando alguien llega y le dice: “¿Por qué no pones una ventana aquí, y una puerta allí? y por supuesto el sendero del jardín debería ir por aquí.”

El resultado en la niña será perder por completo el interés en el trabajo; ella puede seguir, pero ahora pondrá en el papel las ideas de alguien más; puede sentirse enojada, irritada, infeliz, temerosa de rechazar tales sugerencias; comience a odiar la pintura y tal vez la rompa, según el tipo de niña así será la reacción.

El cuadro final puede ser una casa reconocible, pero es una casa imperfecta porque es la interpretación de las ideas de otro, no de la niña.

No sirve como regalo de cumpleaños porque puede que no se haga a tiempo, y puede que la madre tenga que esperar otro año completo por su regalo.

Esta es la enfermedad, la reacción a la interferencia.

Este es un fracaso e infelicidad temporales; y esto sucede cuando dejamos a los demás que interfieran en nuestro propósito de vida, y ponemos en nuestras mentes duda, miedo o indiferencia.